Los jueves del futuro
Tú más que nadie sabes que el ejercicio nunca ha sido mi fuerte. Y sin embargo ahora corro treinta kilómetros a la semana y en verano ya no sudo cuando hacemos el amor, solamente un poco cuando follamos. Mi bolsillo se ha ido agrandando, y tiene pequeños agujeros por los que las monedas caen a veces. Nos reímos, nuestra risa es tan fuerte que tras ella se pierde el sonido de las monedas que se cuelan en la siguiente alcantarilla. Y da igual el dinero entonces. Ya no te hago subir al cielo cada día, dices, pero te he llevado a las alturas dos veces este año. Hemos mirado hacia abajo y nos hemos besado, porque lo del muérdago siempre nos pareció tal chorrada que preferimos darnos besos de tornillo en los teleféricos. Bajo las nubes, aunque sean de tormenta. Conoces mi cuerpo y sin embargo no sabes aún cómo sabrá la sal en mi cuello a los treinta y cinco años. Conoces mi lengua pero no puedes adivinar qué te dirá mientras estamos mirando lo...